Buscando responder a los tratados de libre comercio que se han venido firmando con diferentes países alrededor del mundo, y en el contexto de los procesos de globalización económica, política y cultural, el gobierno colombiano ha venido promoviendo una serie de políticas de lengua extranjera en los diferentes niveles educativos. Estas políticas van desde la formulación e implementación del Programa Nacional de Bilingüismo 2004-2019 (Cely, 2007), el Programa para el Fortalecimiento de Competencias en Lengua Extranjera 2010-2014 (Colombia. Ministerio de Educación Nacional, 2012), la Ley de Bilingüismo del 2013, y el Programa Nacional de Inglés 2015- 2025 (Colombia. Ministerio de Educación Nacional, 2014). Más recientemente, estos esfuerzos se han materializado a través del lanzamiento del programa Colombia Bilingüe 2014-2018 (Colombia.
Ministerio de Educación Nacional, 2015). En estas diferentes políticas y programas, el Gobierno Nacional ha adoptado un concepto de “bilingüismo” español-inglés, de la mano de la adopción del Marco Común de Referencia Europeo en Colombia, y la inversión en diferentes programas para el fortalecimiento del inglés en los diferentes niveles educativos. Con estas reformas, El Gobierno Nacional busca que los estudiantes y ciudadanos en el país puedan ser cada vez más “competitivos”, especialmente cuando el país adelanta diferentes tratados económicos, políticos, educativos y culturales que buscan posicionar al país en el concierto internacional. Como lo ha manifestado recientemente el mismo Ministerio de Educación Nacional, MEN:
Los estudiantes colombianos viven en un mundo que cada día les exige que se comuniquen más en inglés, que interactúen con ciudadanos de otros países y que accedan al conocimiento en este idioma. El dominio del inglés les permitirá tener acceso a becas en otros países, mayor movilidad y mejores oportunidades laborales, inclusive en Colombia (Colombia. Ministerio de Educación Nacional, 2015).
Sin embargo, estos programas se han venido formulando e implementando en el país en medio de gran controversia (Ayala & Álvarez, 2005; Bonilla & Tejada, 2016; M. L. Cárdenas, 2006; R. Cárdenas & Hernández, 2012; Correa, Usma, & Montoya, 2014; Correa & Usma, 2013; de Mejía, 2011; Fandiño, Bermúdez, & Lugo, 2012; González, 2007; Guerrero, 2008, 2009, 2010; Herazo, Jerez, & Lorduy, 2012; Maturana, 2011; Quintero & Guerrero, 2013; A. C. Sánchez & Obando, 2008; A. Sánchez, 2012, 2013; Usma, Quinchía, & Rodas, 2013; Usma, 2009a, 2009b; M. Valencia, 2013; S. Valencia, 2006). Mientras que algunos autores han cuestionado la poca viabilidad de estos programas, otros han manifestado su desacuerdo con el modelo de reforma y el impacto que puede tener sobre diferentes actores educativos y grupos poblacionales.
De igual manera, uno de estos cuestionamientos tiene que ver con la focalización de las políticas en el fomento del inglés, a expensas de otros idiomas extranjeros con tradición en el país, incluyendo el francés. Según lo describen los autores, esta focalización va en contravía del carácter plurilinguista que deben perseguir las políticas gubernamentales, y afecta negativamente la posibilidad de acceder a otras culturas y formas de actuar en el mundo. Como lo manifestaba Myriam de Zárate hace ya diez años, cuando apenas se comenzaba a saber de estas políticas gubernamentales:
La enseñanza del francés o de otra lengua extranjera es entonces un reto pues si bien el inglés es una necesidad, la tradición escolar y los lazos específicos entre Colombia y Francia, sin olvidar los otros países francófonos, hacen del francés un vector de intercambios económicos y culturales con el exterior, para un público colombiano ávido de comunicación con el mundo.
Preparar a los niños para los desafíos de una movilidad internacional y una operación más intensa, no sólo en la educación, la cultura y la ciencia, sino también en el mercado y en la industria; propiciar el entendimiento, la tolerancia, y el respeto mutuos respecto a las identidades y a la diversidad cultural por medio de una comunicación internacional más eficaz, deben ser los objetivos políticos de las acciones en el ámbito de las lenguas modernas.
(De Zárate, 2007, p. 60)
Teniendo en cuenta esta situación, y después de diez años de la implementación de políticas de bilingüismo español-inglés en el país, se hace necesario analizar el estado del francés en Colombia y conocer el impacto de estas diferentes políticas nacionales en los diferentes niveles educativos, como un primer paso para la construcción de políticas que promuevan la equidad y el plurilingüismo en el país.