Un edificio, cuántas vidas?

La transformación en tanto que acto de creación

Y si dejáramos de demoler sistemáticamente para construir?
Todos recordamos la inconsolable masacre de las Halles de Baltard… y la polémica desatada por la destrucción de la fábrica de la isla Seguin, ilustración de un ejemplo.

Hay cierta lógica en transformar, en intervenir sobre lo existente, en poner en marcha una mutación del patrimonio. Se trata sin duda de la nueva experimentación espacial, técnica y programática del siglo XXI.

“Un edificio, cuántas vidas?” es una exposición con una dimensión ética que rehúye cualquier idea nostálgica, que evalúa ese sujeto indisociable del aspecto urbano: la reutilización para ceder el paso al renacimiento, el reciclaje para estimular nuevos usos. Este tipo de “transgresión” –que se distingue de la restauración y de la rehabilitación, está llamado a volverse intrascendente enel proceso de la reversibilidad de la ciudad contemporánea.

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El desafío
Ejemplos famosos como la basílica de Paladio en Vicenza o el teatro de Marcellus en Roma, pasando por la Dogana da Mar en Venecia, por Tadao Ando o por el Neues Museum en Berlín por David Chipperfield, nos recuerdan que la mutación del patrimonio se viene produciendo desde hace siglos. Y no olvidemos que la salina real de Ledoux tuvo diferentes existencias: fábrica-vivienda, campo de reclusión, museo.

Pero aquí se trata de centrar de nuevo el debate en la metamorfosis del patrimonio “moderno” (desde mediados del siglo XIX hasta finales del siglo XX), y especialmente el de los “treinta años gloriosos” que es el menos “considerado”, el que más peligro corre, puesto que con frecuencia se cree que es el más fácilmente renovable, por no decir más cómodamente “desechable”.

Es entonces en términos de alternativa a la destrucción que se plantea la revitalización de tal patrimonio, cruzando de facto la temática de “construir la ciudad sobre la ciudad” de nuevo en el orden del día de los estudios prospectivos del Gran Paris, después de la experiencia satisfactoria del IBA d’Emscher Park en la Ruhr. Y las metrópolis regionales no se quedan atrás; miremos especialmente la isla de Nantes (Alexandre Chemetoff, 307 ha) et Lyon-Confluence (Herzog & de Meuron, 150 ha), iniciativas todas ellas que activan lo “ya está”, desarrolladas a nivel territorial.

La mutación del patrimonio industrial es una dinámica que nació en Estados Unidos, que va a propagarse enEuropa mediante operaciones pioneras como la Fabrica en Barcelona (cementera que fue transformada en vivienda por Ricardo Bofill en 1975) y la fábrica Le Blan en Lille, una de las primeras reconversiones en vivienda social realizada en Francia por Reicheny Robert en 1980.

Al inicio de los años 1990, otras experiencias van a ser realizadas en edificios de habitación construidos en los años 1960 y 1970, en la calle Nationale en Paris por Christian de Portzamparc o la “remodelación” de grandes edificios de vivienda popular en Lorient por Roland Castro.

En otro campo, llegamos a ver la transformación de edificios híper específicos, como el American Center de Frank Gehry, que vivió un rápido renacimiento gracias a la instalación de la Cinemateca de Bercy. En sentido contrario, vimos cómo lo híper genérico puede dar lugar a una experimentación que cuestiona lo efímero, con el museo Nomad por Shigeru Ban, a partir del elemento más básico que es el conteiner.

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